viernes, 15 de febrero de 2008

Fútbol y política... el caso Lucarelli.

Cristiano Lucarelli nació el 4 de octubre de 1975 en un barrio marítimo conocido como Shanghai. Hijo de un estibador portuario militante del Partido Comunista y del sindicato, desde niño estuvo rodeado de banderas rojas, por el PCI, y granas, por el Livorno, daba cuenta una nota publicada hace tres años por el diario El País, de España.

Allí mismo había surgido, en 1921, el famoso Partido. La tradición se difundió de generación en generación y eso explica por qué muchos hinchas del modesto club de la ciudad se identifican con el comunismo. Tal es así que la BAL (Brigate Autonome Livornesi), grupo de jerarquía en la estructura del Livorno, es acusada por parcialidades rivales de politizar exageradamente el fútbol.

La BAL se gestó en 1999 y por eso Lucarelli lució en la espalda, durante su paso por el club, el número 99. Con ella marcó 92 tantos en 146 partidos.

En Italia quizá se viva como en ningún otro país del mundo esta tendencia de asociar banderas futboleras con políticas, llenas de consignas y simbologías. Se ve reflejado en su máxima expresión durante los encuentros entre el Livorno y la Lazio, sindicados de representar a la izquierda y a la derecha italiana, respectivamente.

En las tribunas flamean banderas con la hoz y el martillo y otras con la cara de Mussolini. Cada equipo, encima, tenía hasta hace dos meses un referente dentro de la cancha bien reconocible: por un lado Lucarelli (que partió a Ucrania en julio pasado), y por el otro a Paolo Di Canio. El segundo protagonizó varios escándalos e incluso llegó a ser penalizado por realizar el saludo fascista durante la celebración de una conquista.

Dicho "clásico" es posible gracias a ese ansiado e histórico ascenso del Livorno, tras el cual Lucarelli se metió en uno de los grandes líos de su carrera. En la primera temporada del equipo en el Calcio, y a la vista de los malos resultados que cosechaba, con fallos polémicos de los árbitros, se animó a denunciar que en realidad el Poder quería al Livorno en la Serie B por culpa de la ideología comunista de su hinchada.

Y agregó que los descensos de Módena, Empoli, Perugia y Ancona, equipos también identificados con la izquierda, no se habían producido por casualidad. ¿El resultado? Tanto el jugador como el club recibieron una dura sanción económica.

Lucarelli ama al Livorno y Livorno ama a Lucarelli. La partida del futbolista hacia otros horizontes supuso para muchos la ruptura de esa alianza que parecía inquebrantable. Fiel a sus ideas y al corazón de sus hinchas, el protagonista de esta historia le puso fin a los recelos al cumplir con su prometido: invertir la mitad de su sueldo anual de cuatro millones de euros en un diario local de la ciudad portuaria de la Toscana para la creación de nuevos empleos, informó la agencia DPA.

Ese es el hombre de los más de 150 goles en el Calcio. El que también –previamente- supo defender los colores del Perugia, Cosenza, Padova, Atalanta, Valencia, Leche y Torino. Lucarelli tiene en su haber apenas el título de la Copa del Rey obtenido en 1999 con el Valencia, donde ni siquiera dejó memorias imborrables. De todos modos, hay quienes afirman que jamás un futbolista podrá cosechar tanta dignidad.

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